¿Soy una impostora?

El primer detalle que me detuve a analizar fue la cualidad de considerarme una ARTISTA.

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Me di cuenta de la dificultad de esto mientras le mandaba un audio a mi amiga contándole sobre el libro que estoy leyendo: El camino del artista de Julia Cameron.

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Con esta amiga siempre hablamos de posibles emprendimientos; las dos estamos en una especie de crisis. A veces suponemos que es por la edad (cumplimos -tiempo pasado- 30 este año) y digo a veces porque hay días en los que la juventud nos despierta a la mañana con un café (o por qué no con un cigarrillo de marihuana) y pensamos: “la edad no me pegó mal para nada”, “estoy en la cresta de la ola”, “no podría estar mejor”; aunque generalmente esa actitud dura lo que dura el cigarrillo (o el café).

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Esta amiga me comentó en varias oportunidades que a veces le parece que soy demasiado auto-exigente. Que quiero encontrar el emprendimiento o la idea perfecta.

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Jamás se lo refuté. Es algo que reconozco como defecto. Pienso todo demasiado. Para algunas cosas puede ser bueno pero en este momento creo que no solo no me está ayudando sino que me está obstruyendo el camino.

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Volviendo, lo que quería contarle en el audio a mi amiga estaba relacionado con esta manía de pensar todo tanto.

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Le contaba que había leído que la autora decía que los artistas somos… perdón, SON de por sí exigentes al momento de crear. Leí que buscan crear algo maravilloso, que impacte en el mundo entero y por eso a veces tardan tanto creando y perfeccionando la obra.

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Fue un audio un poco largo, como suelo mandar habitualmente, y ella lo primero que me dijo fue “vos sos un artista”.

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Mi sensación fue exactamente la misma que tuvo Lisa cuando hizo trampa en la escuela por primera (y única) vez y ganó el premio a la mejor calificación.

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Me entero de que me da culpa decirme artista, me hace sentir una impostora y puede ser que esto le pase a otros, por eso lo estoy compartiendo.

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Puede que tu sentimiento no sea culpa o que no te sientas impostora pero que, en definitiva, te parezca demasiado llamarte artista y tendrás tus motivos.

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Hoy siento que los míos son compararme con los artistas de renombre. Al escuchar la palabra “artista”, mi cabeza proyecta de forma invariable imágenes de artistas que admiro profundamente y coincido conmigo misma en que compartir categoría con ellos es por lo menos desubicado, aunque también una caricia para mi ego.

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Me veía bailando en ese dilema moral así que decidí ir a la base: busqué el significado de artista y entendí todo.

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De repente la neblina que me hacía sentir incomoda se disipó. Antes de seguir quiero aclarar que esto tuvo sentido para mí, pero puede que para vos no la tenga.

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En mi caso tiene un peso sumamente significativo ya que es, en pocas palabras, lo que estoy buscando.

Artista:

Nombre común

1- Persona que practica alguna de las bellas artes, en especial si se dedica a eso.

2- Persona que tiene cualidades o disposición para dedicarse a alguna de las bellas artes.

Ambas definiciones me reconocen que lo que necesito para poder sentirme artista es dedicarme a ello. Uso el verbo dedicar para reflejar el propósito de esta reflexión final. Uso dedicar como sinónimo de invertir.

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Escribir es algo que disfruto hacer pero necesito repensarlo desde la perspectiva profesional. Estoy convencida de que mi vocación esta entre las palabras porque es ahí donde también se esconde mi pasión, así que me propongo perseguir esa meta.

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Este es el impulsor del proyecto de creatividad. En mi caso es invertir el tiempo en sentarme a crear considerándolo una responsabilidad ligada a la profesión, a la vocación y a la pasión.

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Es darle a lo que me gusta el lugar y el significado que merece en mi vida. Si bien cuando hablo de “dedicarme” hago referencia al plano laboral, principalmente uso ese concepto como sinónimo de destinar.

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Puedo decirlo así: Destino mi tiempo a (o para) cumplir una meta. ¿Lo hago para sentirme artista? Nunca te lo diría porque el pudor me congela, pero yo nací artista.