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Declaraciones

  • Foto del escritor: La Idea de Silencio
    La Idea de Silencio
  • 25 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Era verano pero yo tenía frio como si estuviera en pleno invierno, en ojotas y pantalones cortos frente al Perito Moreno. En efecto calzaba ojotas y vestía pantalones cortos, pero no estaba en Santa Cruz. El frio que sentía era solo un resabio de la noche, que se había escapado hacía apenas unos minutos. Lucio me había sacado de la cama muy temprano. Quería subir a la montaña para ver el amanecer, pero toda esa información me la dio una vez que salimos. Al remontar la primera pendiente calculé que me habría venido bien saber a dónde íbamos, para elegir mejor el calzado. Cuando llegamos a la cima, el cielo ya estaba tomando color rosa. La vista era realmente increíble. Ambos nos mantuvimos en silencio unos minutos, admirando la infinita belleza de la naturaleza a punto de explotar. La intensidad de la luz aumentaba con rapidez, al igual que mi ansiedad por ver ese majestuoso suceso. Pero Lucio se interpuso entre nosotros. Al parecer habría un acontecimiento más importante. Así que, espaldas al amanecer, clavó sus ojos en los míos mientras agarraba fuerte mis manos y, con el sol como único testigo, lo dijo.

- Cami ¿Te casarías conmigo?

En ese preciso momento en el que pronunció las palabras, el sol saltó e inundó de luz todo a su paso.

No sé si fue por mi falta de respuesta inmediata o por la potencia de la luz, pero Lucio frunció todo su rostro y se sentó sobre sus talones cubriéndose con las manos; creo haberlo oído llorar.

El contraste entre la armonía del exterior y el caos en mi interior casi me hacen enloquecer. Mientras afuera reinaba la (aparente) calma, dentro de mi cabeza las ideas se empujaban para abandonar el barco en llamas. Algunas corrían y gritaban desorientadas, otras se tiraban al piso a llorar con exagerada desesperación.

Lucio realmente me gustaba y lo que más quería era aceptar, pero no podía. Antes debía contarle toda la verdad sobre lo sucedido con Darío aquella vez en el hipódromo. Aunque sabía que, luego de hacerlo, todo se desmoronaría y el sol jamás volvería a salir entre nosotros.

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